sedimento
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Entender la textura de la cuerda con solo mirarla, comprender la textura del sonido, leer la textura del aire. Y luego tocarla, tocar la cuerda. Rescatar la nota. Invocarla, hasta que todo lo que la rodea la aglutine. A la nota, a la cuerda, al tono, a su entorno. Y se convierta en un unívoco multiplicado, que regrese flotando a todos los unos otros que manejan las partes, que a la vez son unívocas y múltiples de significación, aporías infinitas que no pueden sumarse ni dividirse y aun así se superponen y completan.
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Diez-Madroñero
Entender la textura de la cuerda con solo mirarla, comprender la textura del sonido, leer la textura del aire. Y luego tocarla, tocar la cuerda. Rescatar la nota. Invocarla, hasta que todo lo que la rodea la aglutine. A la nota, a la cuerda, al tono, a su entorno. Y se convierta en un unívoco multiplicado, que regrese flotando a todos los unos otros que manejan las partes, que a la vez son unívocas y múltiples de significación, aporías infinitas que no pueden sumarse ni dividirse y aun así se superponen y completan.
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Diez-Madroñero
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