Siguió la calle alante con dos cascos debajo del brazo. Que poco importan las cosas cuando te haces grande y en la distancia todo se ve tan pequeño.  Animaba su sonrisa nuestra conversación.
Siguió la calle adelante y nunca, jamás, pudo imaginarse que yo subí corriendo a casa para escribir sobre él, sobre cómo seguía la calle alante. Él era libre y estaba amando. Radiante expresión de la vida.
¿Qué más importa? y aunque yo no era su amada, ni tampoco yo lo amaba a él, me sorprendió el brillo, la distancia rota por el cariño y una sensación extraña de compresión que nos esntregó ese momento y estas letras.
El siguió la calle alante con dos cascos. No era mi amado, pero los edificios se iluminan radiantes al ver nuestras sonrisas, extrañadas al ver a un amigo marchar, con dos cascos en busca de su amada, a la que yo también amé en su felicidad. Nos hacíamos grandes... mientras en la distancia todo comenzaba a hacerse pequeño

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