SECUENCIA 18

(...)MERCHE se acerca a la cama.
Entra con sigilo. Fernando, entre sueños, nota su olor y su silencio, y aun con los ojos cerrados, se vuelve hacia ella. La línea suave, de su piel suave, con la luz suave de la ventana, insinúa sus caderas, desnudas en las sábana de hilos de algodón y lino, que sofocan las noches más duras del intenso verano. Y su mano, la de Fernando, el desvelado, se aventura con sigilo para cerciorar la suavidad nivea de sus caderas: las de ella, la que vuelve tarde a casa y le da la espalda intentando dormir. Merche viene del ruido y necesita silencio.
Fernando, morando las palabras mudas de Merche, busca arrancarle algún suspiro arrastrando los labios por su nuca. Él necesita el ruido del que ella trata de escapar. Y la besa. Ella se estremece.
(...)

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